No puedo decir que estuviera en la fundación del Banco… pero casi. Después de ser voluntaria en las olimpiadas de Barcelona, estaba buscando algo que se ajustara a mis complicados horarios de trabajo para poder echar una mano. Vi una petición en el periódico y me acerqué hasta el Paseo de la Ribera donde me acogieron encantados. No recuerdo el año, hace ya mucho y han sido tantas campañas… Antes hacíamos una al mes aproximadamente, cada vez en un supermercado, mercado Central e, incluso, en la calle Delicias.
Y son muchas anécdotas, casi un estudio sociológico se podría hacer de las personas que pasaban por delante de nuestras mesas. Desde gente con el carro lleno de chuches y cosas superfluas que te miraban por encima del hombro sin dejar nada a una familia de subsaharianos con el carro medio vacío que me preguntó si podían dejar una latica de guisantes porque no tenían nada más para dar. Y alguna persona mayor que se disculpaba por no aportar más pero que sentía necesidad de dejar algo porque sin ayuda de la Gota de Leche hubiera pasado apuros para sacar adelante a sus hijos. Hubo donaciones impresionantes, alguien de la Europa del Este se presentó con dos carros a rebosar: bidones de aceite, cajas de leche y productos variados. Contaba que pasó apuros cuando llegó a España pero que le ayudaron a salir adelante y, como ya se encontraba en buena situación, era su turno de ayudar a otros. Así un montón de anécdotas a lo largo de estos años donde, a cambio de unas pocas horas de tu tiempo, consigues la satisfacción de saber que, al menos, has puesto tu granito de arena para que el mundo sea un poco mejor. Saludos